viernes, 10 de mayo de 2013

Capitulo 5



Nuestras caras estaban peligrosamente cerca. Demasiado.

<<No puedes caer, Alicia… ¡Despierta!>>

Bufé y le empujé, haciendo que se sobresaltase.

-          ¡¿Pero tú eres tonto?! – espeté, llevándome un dedo a la cabeza.

Mikel se relamió los labios y miró a otro lado, algo mosqueado por haberle cortado el rollo.
Me dirigí a la salida y cuando ya estaba en el patio me paró cogiendo del brazo.

-          ¡Que pesadito eres! ¿Qué quieres?

Le miraba a los ojos sin pestañear, intentando averiguar cuáles eran sus intenciones.

-          Te quería pedir perdón por lo de ayer… se me fue la pinza.
-          ¿Y esta es tu forma de pedir disculpas?

Mi voz sonaba irritada y molesta por lo que acababa de pasar hace tan solo un minuto.
Mikel rió.

-          ¡Pero si te ha encantado tocarme los abdominales!
-          Pero si no tienes chaval…

Le dirigí una mirada desafiante,
Otra vez rió y me sonrió.
Se levantó la camiseta lo justo para dejarse ver los abdominales bien marcados que tiene.
Tragué saliva al verlos, siempre me vuelven loca.
Se los tapó, riéndose por la atención que tenía en ellos.
Me sonrojé.

-          Bueno, que lo siento mucho por lo de ayer

Ahora ya iba en serio. Ya no reía y me miraba a los ojos.

-          Está bien… perdonado…

Le sonreí forzadamente y le dirigí una última mirada.
Marta y Erica me esperaban en la moto, y al parecer, habían visto todo lo ocurrido, porque al verme se señalaron la parte del ombligo y rieron.
Puse los ojos en blanco y me senté en la moto de Marta.

-          ¿Por qué has tardado tanto? – preguntó Erica guiñándome un ojo.
-          ¡Vete a tomar Fanta!
-          ¡Y diviértete! – canturreó Marta.

Reímos.

-          Que cuerpazo tiene Mikel… ¡Dios!

Marta se llevó las manos a la cabeza.

-          Pesadas…

Sonreí en mis adentros, en verdad tienen razón, pero no pienso caer en las redes de Mikel.
Hace dos meses me enteré de que quería tema conmigo, por lo que tengo que tener cuidado con el, aparte de que paso de ser otra estúpida de su colección.

-          ¡Tu has tenido suerte, los has visto de cerca! – se quejó Erika.
-          Y las he tocado – se me escapó.

Erika y Marta se miraron con la boca abierta; después me miraron a mi.

-          No se porque tuve que decir nada…
-          ¿Y tu como tienes tanta suerte? Todos los tíos van a por ti, sacas buenas notas, tienes mejor cuerpo que nosotras y tu tío es tan enrollado que te deja salir y volver cuando te de la gana!

Sonreí con sarcasmo al escuchar ‘’Tu tío es tan enrollado que…’’.
Mi tío y yo nos odiamos. Desde pequeña me ha pegado e insultado. Ya estoy acostumbrada a que me diga cosas, por lo que nunca lloró cuando me insulta.
Solamente que quiero mantener en secreto esta situación familiar.

-          ¿Nos vamos a comer? Tengo hambre y por un día que nos vamos a comer juntas… - Intente cambiar de tema. Y lo conseguí.
-          Yo también tengo hambre, vayámonos – aceptó Marta, arrancando la moto.

Unas horas después en otro punto de la ciudad

Mikel aparcó perfectamente la moto y se dirigió a sus amigos, pero dos chicas de catorce años le pararon.

-          ¡Mikel! ¡Mikel! ¡Somos… somos f… fans! – gritó la mas alta, llevaba una trenza y una falda muy corta.
-          ¡ESTÁ BUENÍSIMO! – la otra chica llevaba el pelo suelto y lo tenía rizado.
-          ¡¿Nos podemos hacer unas fotos contigo?! – suplicó la chica de la trenza.

Mikel les sonrió con amabilidad.

-          Claro que si.

La chica sacó de la mochila una cámara rosa fucsia y la encendió con nervios.
Se juntaron lo máximo al cuerpo de Mikel y se hicieron la foto.

-          ¡Gra-gracias! ¡Eres mi… mi ídolo! – exclamó la chica del pelo suelto.

Se despidió de ella y fue hacia sus amigos, que miraban la escena con aire divertido.

-          La de la trenza esta llorando Mikel, ¿Qué le has hecho? – bromeó Sergio, dándole un abrazo.
-          Están un poco locas… - dijo Mikel, riendo un poco.

Mikel observo como Carlos sacaba del bolsillo un paquete de tabaco.
-          ¿Me das uno, tío? – preguntó, mirando al cigarrillo con deseo.
-          Anda, toma…

Lo cogió y lo encendió con el  mechero que siempre llevaba consigo.

-          ¿Qué tal con Alicia? – preguntó Adriá.
-          Bien, le he pedido perdón – respondió sin darle importancia.
-          Y… - prosiguió Cristian.
-          Nada, nada más

Mikel se encogió de hombros y le dio una calada al cigarrillo.

-          ¿Pero no decías que ibas a intentar liarte con ella? – se quejó Sergio.
-          Todo a su tiempo, tío – contestó Mikel con tranquilidad – Hoy casi nos besamos, dentro de poco será mía.

Sonrió y expulsó humo.

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