Nuestras
caras estaban peligrosamente cerca. Demasiado.
<<No
puedes caer, Alicia… ¡Despierta!>>
Bufé
y le empujé, haciendo que se sobresaltase.
-
¡¿Pero
tú eres tonto?! – espeté, llevándome un dedo a la cabeza.
Mikel
se relamió los labios y miró a otro lado, algo mosqueado por haberle cortado el
rollo.
Me
dirigí a la salida y cuando ya estaba en el patio me paró cogiendo del brazo.
-
¡Que
pesadito eres! ¿Qué quieres?
Le
miraba a los ojos sin pestañear, intentando averiguar cuáles eran sus
intenciones.
-
Te
quería pedir perdón por lo de ayer… se me fue la pinza.
-
¿Y
esta es tu forma de pedir disculpas?
Mi
voz sonaba irritada y molesta por lo que acababa de pasar hace tan solo un
minuto.
Mikel
rió.
-
¡Pero
si te ha encantado tocarme los abdominales!
-
Pero
si no tienes chaval…
Le
dirigí una mirada desafiante,
Otra
vez rió y me sonrió.
Se
levantó la camiseta lo justo para dejarse ver los abdominales bien marcados que
tiene.
Tragué
saliva al verlos, siempre me vuelven loca.
Se
los tapó, riéndose por la atención que tenía en ellos.
Me
sonrojé.
-
Bueno,
que lo siento mucho por lo de ayer
Ahora
ya iba en serio. Ya no reía y me miraba a los ojos.
-
Está bien… perdonado…
Le
sonreí forzadamente y le dirigí una última mirada.
Marta
y Erica me esperaban en la moto, y al parecer, habían visto todo lo ocurrido,
porque al verme se señalaron la parte del ombligo y rieron.
Puse
los ojos en blanco y me senté en la moto de Marta.
-
¿Por
qué has tardado tanto? – preguntó Erica guiñándome un ojo.
-
¡Vete
a tomar Fanta!
-
¡Y
diviértete! – canturreó Marta.
Reímos.
-
Que
cuerpazo tiene Mikel… ¡Dios!
Marta
se llevó las manos a la cabeza.
-
Pesadas…
Sonreí
en mis adentros, en verdad tienen razón, pero no pienso caer en las redes de
Mikel.
Hace
dos meses me enteré de que quería tema conmigo, por lo que tengo que tener
cuidado con el, aparte de que paso de ser otra estúpida de su colección.
-
¡Tu
has tenido suerte, los has visto de cerca! – se quejó Erika.
-
Y
las he tocado – se me escapó.
Erika
y Marta se miraron con la boca abierta; después me miraron a mi.
-
No
se porque tuve que decir nada…
-
¿Y
tu como tienes tanta suerte? Todos los tíos van a por ti, sacas buenas notas,
tienes mejor cuerpo que nosotras y tu tío es tan enrollado que te deja salir y
volver cuando te de la gana!
Sonreí
con sarcasmo al escuchar ‘’Tu tío es tan enrollado que…’’.
Mi
tío y yo nos odiamos. Desde pequeña me ha pegado e insultado. Ya estoy
acostumbrada a que me diga cosas, por lo que nunca lloró cuando me insulta.
Solamente
que quiero mantener en secreto esta situación familiar.
-
¿Nos
vamos a comer? Tengo hambre y por un día que nos vamos a comer juntas… -
Intente cambiar de tema. Y lo conseguí.
-
Yo
también tengo hambre, vayámonos – aceptó Marta, arrancando la moto.
Unas horas
después en otro punto de la ciudad
Mikel
aparcó perfectamente la moto y se dirigió a sus amigos, pero dos chicas de
catorce años le pararon.
-
¡Mikel!
¡Mikel! ¡Somos… somos f… fans! – gritó la mas alta, llevaba una trenza y una
falda muy corta.
-
¡ESTÁ BUENÍSIMO! – la otra chica llevaba el pelo suelto y lo tenía rizado.
-
¡¿Nos
podemos hacer unas fotos contigo?! – suplicó la chica de la trenza.
Mikel
les sonrió con amabilidad.
-
Claro
que si.
La
chica sacó de la mochila una cámara rosa fucsia y la encendió con nervios.
Se
juntaron lo máximo al cuerpo de Mikel y se hicieron la foto.
-
¡Gra-gracias!
¡Eres mi… mi ídolo! – exclamó la chica del pelo suelto.
Se despidió de ella y fue hacia sus amigos, que miraban la escena con aire
divertido.
-
La
de la trenza esta llorando Mikel, ¿Qué le has hecho? – bromeó Sergio, dándole
un abrazo.
-
Están
un poco locas… - dijo Mikel, riendo un poco.
Mikel
observo como Carlos sacaba del bolsillo un paquete de tabaco.
-
¿Me
das uno, tío? – preguntó, mirando al cigarrillo con deseo.
-
Anda,
toma…
Lo cogió y lo encendió con el mechero
que siempre llevaba consigo.
-
¿Qué
tal con Alicia? – preguntó Adriá.
-
Bien,
le he pedido perdón – respondió sin darle importancia.
-
Y…
- prosiguió Cristian.
-
Nada,
nada más
Mikel
se encogió de hombros y le dio una calada al cigarrillo.
-
¿Pero
no decías que ibas a intentar liarte con ella? – se quejó Sergio.
-
Todo
a su tiempo, tío – contestó Mikel con tranquilidad – Hoy casi nos besamos, dentro
de poco será mía.
Sonrió
y expulsó humo.
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