Capitulo 3
-
¡Que
frío! – gimió Teresa tras salir junto a los demás al patio.
-
¡Quejica!
– se burló Jhon - ¡Pero si hace calor!
-
¡Tu
que estás muy caliente! – dije riendo mientras le daba un codazo a Cristina.
Todos
rieron mi gracia, incluso Jhon, aunque se puso algo rojo.
-
Profesor,
¿No podemos hacer educación física en el gimnasio? – pidió Silvia, tiritando
exageradamente.
-
Lo
siento chicos, pero el gimnasio esta ocupado por los niños de segundo de la ESO.
Insultos bastantes ofensivos a los de segundo.
-
¡Venga
vamos, correr durante 10 minutos! ¡Hoy haremos baloncesto!.
Todos
empezamos a correr sin ganas. Los chicos estaban más animados, pero las chicas
no teníamos ganas de baloncesto.
Me
puse a correr junto a Marta, Erika y Teresa.
Mikel
pasó por mi lado y me guiñó un ojo. Le ignoré y volví a centrarme en la
conversación que teníamos.
-
¡Muy
bien! ¡Haced equipos de 4 y a jugar!
Hice
el equipo con las mismas.
Rugido
en el estomago. Hace dos días que no como, y en todo caso, un pequeño sándwich
ayer para almorzar.
Empezamos
el partido.
Pases,
corridos, más pases, correr y más rugidos de estomago. Y por último, mareo.
<<Joder…
que asco de mareo…>>
Me
quedé quieta en el sitio y me llevé las manos a la cara. Más mareo.
Caí
al suelo y me quedé boca arriba.
-
¡Alicia!
¡Alicia!
Muchas
personas fueron corriendo hacia mí, pero solo distinguí una voz entre todas.
-
¡Ei
Alicia! ¡reacciona!
La
voz de Mikel parecía nerviosa.
Abrí
los ojos y me sobresalte al verle tan solo a centímetros de mi cara.
-
Estoy…
bien.
Mikel
se apartó y me incorporé en suelo, aun con mareo.
-
Alicia,
¿Estas bien? – preguntó el profesor que acababa de llegar.
-
Si…
solo es un mareo…
-
¿La
llevo dentro del instituto a que descanse un poco? – sugirió Mikel.
Le
miré con gesto desafiante. ¿El? ¿Llevarme a mí? ¡No!
-
No
hace falta – dije con voz fría.
-
Buena
idea Mikel, cuando ya este recuperada volvéis – contestó el profesor sin
hacerme caso.
Sin perder más tiempo, me cogió en brazos.
-
¡Suéltame imbécil! – grité pataleando el aire.
Muchos
chicos empezaron a silbar mientras que algunas chicas me lanzaban miradas
envidiosas.
-
¡Déjame,
Mikel!
Me ignoro y entró dentro del instituto. Me dejó en un banco.
Bufé
y le giré la cara enfadada.
-
¡No
te enfades mujer! – dijo riendo.
Le
solté un gruñido.
Mikel
rió en silencio y miró al frente, preguntándose en serio que me había
ocurrido.
Rugido
de barriga. Ya tenía la respuesta...
No hay comentarios:
Publicar un comentario