Unos metros
más alejados de ellos tres.
-
¡Erika,
estás muy salida! – exclamé riendo como una loca.
-
Vamos
a ver, el chico llevaba un pantalón ajustado al culo, ¡¿Cómo no iba a mirar?! –
se defendió la joven, riendo también.
Empecé
a dar palmadas sin parar de reír, ya con las lágrimas saltadas.
-
¡Que
Alicia se nos muere! – dijo Marta, yendo hacia mi y abrazándome por la espalda.
-
Mira
quienes están hay… - murmuró Nerea, mirando a su izquierda.
Todas
miramos a la vez, sin disimular nada.
La
expresión divertida que tenía en la cara se me cambió un poco al ver a Mikel y
sus amigos solo a unos metros de nosotras, sentados plácidamente en un banco.
Las
chicas le sonrieron y les saludaron tímidamente con la mano. Yo solo me limite
a sonreír un poco,
Los
amigos de Mikel me caen bien, pero no el.
Carlos
nos hizo una señal para que nos acerquemos.
Fuimos
sin dudarlo, y la que menos dudaba era yo.
Que
Mikel sepa que, aunque esté el, no me rajo a unas risas con sus amigos, que
también son los míos.
-
¡Hola,
feísimas! – nos saludó Adriá levantándose del banco.
Nos
dio dos besos a cada una.
Carlos
y Mikel le imitaron.
Cuando
llegó el turno de los dos besos de Mikel hacia mi, los dos pasamos el uno el
otro y no nos dimos nada; solo un pequeño ‘’Hola’’ frío y corto.
Se
creó un poco de tensión.
-
¿Y
vosotras que hacéis aquí? – preguntó Carlos para romper el hielo.
-
Nada,
estábamos dando una vuelta y de repente a esta – Marta me señaló con el pulgar
– le entró un ataqué de risa.
Empecé
a reír otra vez.
-
¡Ah
vale! ¡Por eso no podías ni andar! ¡Pensábamos que te estaba dando un ataque o
algo así – bromeó Adriá sacándome la lengua.
-
Al
principio era un ataque de risa, después te vi y se convirtió en un ataque al
corazón – le respondí, sacando también la lengua y dándole un golpecito en el
brazo.
Adriá
me abrazó riendo, un buen amigo.
-
No
te pongas celoso, Mikel – bromeó al separarse de mi.
Rieron
todos menos Mikel y yo, que nos mantuvimos serios, sin mirarnos en ningún
momento.
Miré
un momento a mi lado y toda la diversión, toda la alegría y risas recibidas
hace unos momentos se esfumó de repente.
Ángel
estaba hay, tranquilo y relajado junto a otra chica mucho más guapa que yo. La
tenía cogida por la cintura y sonreía con esa sonrisa perfecta.
Instantáneamente
la besó con más ganas que nunca, un beso que me rompió en pedazos.
Desvié
la mirada rápidamente al suelo, los ojos se me estaban anegando de lágrimas.
-
Yo
me… tengo que ir – dije, con la vista fija en el suelo y la voz apagada.
-
¿Estás
bien? – preguntó Nerea preocupada.
-
Si,
si… es que… me he mareado.
Al
notar como la primera lágrima salía de mis ojos, decidí no dar más
explicaciones e irme.
Andaba
con la vista fija en el suelo, con las lágrimas saliendo una tras otra, una
tras otra. No me podía creer que, después de haber roto hace tan solo una
semana, haya encontrado a otra chica,
-
¡Alicia!
Reconocí
la voz al instante y emití un pequeño gruñido.
-
¿Qué
quieres? – pregunté, con la voz fría y sin aparta la vista del suelo.
-
¿Por
qué te vas? – preguntó Mikel detrás de mi.
-
Ya
lo he dicho, estoy mareada – repliqué con voz quejosa.
-
Bueno…
¿Y porque no fuiste con tu novio Ángel? ¿No os queréis mucho?, ¡Con lo que el
te quiere!.
Me
quedé sin habla. Puede que Mikel y yo nos llevemos mal, pero… ¿Cómo ha podido
ser tan hijo de puta al decirme eso?.
Me
giré y le miré a la cara.
El
chico se quedó sorprendido al verme llorar.
-
¿Cómo
puedes ser tan hijo de puta? – la voz me temblaba.
-
¿Qué?
-
¡Sabes
perfectamente que Ángel me dejó hace una semana, gilipollas!
Mikel
no contestó, note por su cara que acababa de darse cuenta de que se había
pasado.
-
Yo…
me he pasado un poco…
-
¡¿Un
poco?! Mira tío… ¡Vete a la mierda!.
Le
dirigí una mirada de odio y le di la espalda, yéndome de su lado y dejándole
solo.
Me
sequé las lágrimas, soy fuerte y no voy a llorar por un tío.
Llegué
a casa y cerré la puerta de un portazo, (secándome las lágrimas antes e
intentando que no se notase que había llorado).
-
¡Haz
menos ruido niñata! – gritó Juan, mi tío, con el que vivo desde los 7 años.
-
¡Hago
todo el ruido que me de la gana! – repliqué.
-
¡¿Quieres
que te de una guantada para que se te baje la chulería?!
Hay
no contesté, el era capaz de hacerlo. Ya me había pegado más de una vez.
Subí
las escaleras y entré en mi habitación.
Me
tumbé en la cama y resoplé.
<<
Puto Mikel… >> pensé, frunciendo el ceño y haciendo una mueca de
desprecio.
Luego
recordé porque Ángel y yo habíamos roto.
El
buscaba en una relación por encima de todo, el sexo; algo que aun no estoy muy
preparada para hacer.
Sus
últimas palabras fueron; ‘’ ¿Pues sabes qué? ¡Que paso de ti! ¡Yo y todos los
tíos a los que les digas, ‘’Espera un poco más, por favor’’ ‘’.
Suspiré
y me puse en una posición diferente. No podía seguir así, con esa puta tristeza
a mí alrededor. A partir de mañana, empezaré de nuevo y seré como antes: La
chica alegre que no fingía su estado de ánimo.
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Como os habréis dado cuenta he cambiado un poco la forma de expresar en la novela (no se si me entendéis) No he subido más capítulos porque he tenido problemas familiares... Pero a partir de ahora subiré más!;)
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