viernes, 28 de junio de 2013

Capítulo 15

Allí estaba Mikel, sentando en el suelo medio desmayado, más borracho que nunca. Incluso más que el día en el que le gasté la broma con mis amigas.

-          ¡Vamos, Alicia!

Ignoré a Albert y me dirigí a Mikel apresurada.
Me agaché junto a el y le di tres palmadas en la cara para que reaccionase.

-          ¿Qué haces?

Albert se aproximo para alejarme de el, pero lo negué.

-          Está mal… - contesté – tenemos que ayudarle
-          ¿Estás loca, verdad?
-          Por favor, le puede pasar cualquier cosa
-          Alicia, no pienso montarle en mi coche, así que ya le puedes soltar
-          Ni hablar
-          Mira, tengo capaz de irme sin ti
-          Pues vete

Se dio media vuelta y se marchó. Observe como arrancaba el coche, incrédula.
Me mordí el labio y de nuevo le di palmadas a Mikel.

-          Emmm…
-          Mikel… por favor

Abrió un poco los ojos y me miró. Sonrió como si no me hubiera visto durante dos años.
Yo en cambio me mantuve seria, muy disgustada.

-          ¿Te sientes orgulloso? Has cogido la mayor borrachera de tu vida…
-          ¿Do-donde est-ta Albert?
-          Se fue…

Puso mala cara.

-          ¿Y ahora quién te llevará a tu casa?
-          No se, ya me las ingeniaré
De la manera que pudo se puso de pie.

-          Te llevo yo

Reí sarcásticamente.

-          No veas, como estás en tan buen estado
-          P-pues llévate mi m-moto…

Arqueé una ceja.

-          De paso te llevaré a tu casa…
-          Se me olvido las llaves

La miré sorprendida. ¿Y ahora qué? No me quedaría mas remedio…
Le agarré por los hombros y con mi ayuda avanzó hacia donde tenía la moto.
Me senté delante y el se agarró a mi.

-          Es la segunda vez que cojo una de estas...

No contestó, no podía hacerlo.
La arranqué con temor y con un poco de lentitud la llevé por la carretera.
A los minutos le estaba cogiendo el perfectamente, por lo que aumenté la velocidad aun extremo algo peligroso.
Aparqué y ayude a Mikel a bajar como pude.

-          ¿Dónde estamos? – preguntó, con los ojos cerrados.
-          En mi casa… pasarás aquí la noche

Sonrió y se dejo caer en la columna de la casa.

-          No haremos nada – dije también sonriendo.
-          ¿Seguro?
-          Segurísimo

Le cogí de la mano y le guié a mi habitación, ayudándolo a subir las escaleras, ya que no podía con ellas.
Al entrar cerré la puerta, y no me sorprendí al verle tirado en la cama, medio desmayado.

-          Ayúdame…

Trataba de quitarse los pantalones. Lo veía normal, los que llevaba deberían ser muy incómodos.
Le puse boca arriba y le desabroché los botones, bajándole luego la cremallera.
Avergonzada se los quité, dejándolo en ropa interior.
La camiseta también se la quité, para que estuviese más cómodo.
Mikel tenía los ojos cerrados, por lo que decidí cambiarme delante de el y ponerme el pijama.
Mi tío no estaba, por lo que no podría enfadarse ni hacerme nada.
Apagué la luz y ya lista, me tumbé en la cama al lado de Mikel.
Cerré los ojos, sintiéndole cerca, como su cuerpo transmitía calor.

-          Alicia… - murmuró con lentitud.
-          Que…
-          Gracias por todo


Sonreí y no contesté, simplemente le acaricié la espalda tiernamente, aún con la sonrisa en los labios.

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